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CANDILAZO (OCTAVAS ITALIANAS)

 

Vertidas ya las sombras en el lago,

al lento declinar en tonos rojos,

se pintan en la cara los sonrojos,

reflejos de un rubor excepcional.

El tierno y delicado firmamento

retiene la dulzura del instante,

mecido de una mano delirante,

podríase decir..., subliminal.

 

Pareciera que en sangre está inyectada

el agua, el horizonte y la pupila,

la tarde que en penachos se deshila,

espasmos de alegórico dosel.

Se ordena y restituye el equilibrio,

la gloria y esplendor de la natura,

y el ojo fascinado la captura

en un improvisado esparavel.

 

Deogracias González