Eduh Siqueiros

Almas sedientas

Los estados eternos –sin tiempo ni espacio-,
en constante actualización del amor, de tu amor,
hálito de inmortalidad en desvanecimiento,
enardecimiento de la inmensidad, de tu inmensidad,
bendita navaja de la fuerza –superior- que se injerta
en bajeles de quimeras, en tu pasión lisonjera;
multiplicación de ansias del líquido de la vida,
agua bendita que desde ti se esparce en las sendas
de ecos luminiscentes, proyección rutilante y motivante,
humectación de tantas vacuidades copiosas, dos o más,
lubricación de los yermos de almas desahuciadas,
almas sedientas de la dermis tan eterna, de tu piel,
quienes mojan sus peanas en el manantial de tu embeleso,
y dentro del globo cristalino donde se rompen atavíos,
célula de saneamiento entre las murallas de tu paz,
y las almas, dos o más, son el bosque frondoso,
proliferación del verdor bajo la lluvia de la bendición,
tus torrentes que fluyen entre las ramas para dar vida,
el sentido de la vida, el sentido de la muerte por vivir,
vivir para morir, en el hoy eterno de la muerte,
sagrada muerte y sublime resurrección.