Ellie Woonlon

Poema del paisajista anciano

Si en caprichos no anduviera,

mi buen espíritu de niño,

bien pudiera sentirme senil,

y al frío recubrir mi arrugada tela.

 

Seré persona longeva,

mas resistiendo cruel filo,

soy cuerda que desata,

el cielo-tierra en mí unidos.

 

Un último deseo de tata;

que es sólo, ¡lo único! que quiero,

usar la poca viveza que tengo en lata,

y regarte un jardín de lirios.

 

No te faltarán en mi ausencia,

legados y dolorosos vestigios,

que en compañía de dos naturalezas,

creerás cruel un mundo que te es benigno.

 

Al aliento sin fuerza,

cuya extrañeza te traiga ido,

lo llamarás suspiro.

Y al domador siéndole fiera,

 que el verte llorar será su castigo,

lo llamarás amigo.

 

Con la poca vida que me queda,

y la cabeza florecida en blanco hilo,

ten un obsequio sin envoltorio ni tarjeta;

un paisaje en flor de pétalos coloridos,

y no te entristezca el pórtico de casa.