Pablo Silva Hernández

¡Oh alma mía!

¡Oh alma mía! ¡Oh alma mía!

¿Qué has hecho de ti, y qué has hecho de nosotros?

 

Yo pues,

yo solo quiero morir,

Por eso le pido a Dios y al cielo,

Incluso a sus ángeles, ¡piedad!

 

¡Oh alma mía! Solo pido que se me sea arrebatada la vida.

 

Que venga Dios y me arrebate tajantemente,

Que me lleve entre sus brazos,

Que me rodee de sus fuegos, que queman como un sol.

 

¡Oh alma mía!

Haz que nos maten,

Que nos tiren,

Incluso que nos olviden. ¡Hazlo!

 

Haz que sean los verdugos incapaces de aniquilarnos,

Porque ellos mismos saben que somos cobardes.

Sí, me escuchaste bien,

mí alma.

Por eso nadie nos arrebata la vida,

Porque ni nosotros mismos queremos morir.