Sin métrica

A mis padrinos que me acogieron en la pandemia

I

El recuerdo suena sus sonajas

y tu vienes con las pocas palabras

que brincan de tu boca 

como miel fresca y blanda. 

Que poco se de ti, 

que poco se de tus abrazos

y de tus besos de un cariño familiar,

pero en lo poco, 

siento una extrañes de cercanìa,

como un latir en la memoria 

de un cariño intimo como los sueños

de espuma tibia y clara

y se me riega la alegrìa 

en las fauces del miedo 

y se contagian,

porque ya no soy un niño 

y me brinca la angustia 

de perder el antaño.

 

II

 

Tu mano se estira 

como un valle donde sopla 

la luz hirviendo,

y la encuentro, solo algunos años,

y le doy vueltas y vueltas

y miro en lo profundo de cada arruga

y no me encuentro por ningùn lado,

pero me haces saber, que soy de tu lado,

con tu bondad extrema, que se crece

como una parvada de golondrinas 

que se acercan desde el fin del cielo,

y eres tan libre por expontàneo 

que quemas mi zarza que baila loca

en el collar de agujas de mi tristeza. 

 

III

 

Yo no elevo suplicas al cielo

porque la tierra me regala el espacio

y nacen lilas y azucenas y girasoles

y patos y mangos y tomates que pintan 

las sombras de luz con sus colores

y de ustedes gozo como todas estas cosas

aunque parezca que me pierdo en mi silencio. 

¡GRACIAS!