Eduh Siqueiros

Rumbo a tu centro

Te amé desde siempre
en el desconocimiento de tu misterio
,
me tuviste en tu presencia
-en tus memorias indeleblemente-
y desde entonces me valoraste
y me amaste, sin mirar lo que no era
sino lo que en ti yo era y surgió
esta magia en la conexión de nuestras almas;
mi amor a tu costado avanza
en este sin fin de emociones con exquisitez,
en este rosal de aromas que sensorialmente
nos llevan al edén
de las exaltaciones en descubrimiento,
vamos rumbo hacia la sublimidad del horizonte,
al crepúsculo de las almas en fundición que se unifican
invisiblemente en el beso dentro del espacio que circunda,
para tenerte y tenernos sin distancias.

 

Gélidamente un cielo en la frialdad
de palabras en convencionalismos,
un cielo con un tiempo entrampándose
en diluvios que lo consumen,
un cielo de sueños en estado de espera,
los que aguardan a que arribes tú,
y a que por siempre me ames;
y después de meditar un poco
sobre la misma cosa,
ahora lo sé,
te he tomado como la mujer de mi vida,
y eres desde ya, oh amada,
dulcemente mi compañera.

 

Mi inspiración es mi sangre en expansión,
ese big bang que se detonó,
vis que en mí implantaste
y que inició en mi galaxia su explosión;
que me mantiene proyectándome hacia ti,
oh mi estrella
hasta el día en que en ti me desintegre,
mi amada,
mientras soy polvo rumbo a tu centro
por el amor que me implantaste dentro;
no soy ningún poeta... sólo soy un desquiciado,
que amando al amor invoco:
a ese amor que toma forma en tu ser,
que puedo tocar, que puedo morder,
ese amor que se llama como tú, mi mujer...

 

Mi mujer, mi cómplice, mi amante,
mi mañana, mi sol, mi aura,
mi gozo y mi condena, mi martirio
sagradamente en mi mayor delirio...
hacemos el amor, en poesía...
solamente para eso vine a este paraje,
vine solo con mi alma, sin maleta...
solamente para amar sin la perversión
de silogismos, solo para amar
con el alma... amar sin descanso....
amar hasta desfallecer...
sin que me puedas decir basta, oh mía,
rumbo a la eternidad,
en la plenitud de la felicidad;
estoy en medio del delirio
porque muero poco a poco
cuando me tocas el alma,
cuando me oprimes al sosiego,
y a mi me satisface,
en este acto que me exalta,
plenamente en la noche, plenamente en el día,
si tan solo se me concede
el llamarte desde mi alma que se derrite:
mía, solamente mía...
mas debo detenerme,
que el corazón se me paraliza,
debo calmarme... amar sin prisa,
debo recostarme en tu sonrisa,
mientras mi alma duerme,
solo duerme...