Mauma

Recuerdo...

 

Recuerdo…
Arriba de ese añejo Citroën,
que del color del trigo por sus partes corren.

Aventurado asome mi cabeza
por su techo descapotado,
mientras pisaba firme aquel asiento resquebrajado.
Y observe,
observe la pradera, llenarse de verde hierba,
mientras un tímido viento
mi lacio cabello acariciaba continuo y violento,
calmando el ardor,
de aquel sol, que aquel día radiante su luz nos brindó.

El camino era largo y tortuoso,
pero los blancos cerros no lo hacían tedioso.
Las ruedas en el húmedo ripio dejaban su marca,
mientras diversas aves alegres cantaban,
junto al mugido de unas pocas vacas
que el galopar de libres cobrizos acompañaban.

Pero lo que más añoranza me da,
son aquellas risas acarameladas,
de quienes ese utópico día me acompañaban.

Recuerdo…
y mis ojos rezuman felicidad.
Por este bello momento,
que en la eternidad quiero guardar.