Lenin Dechart

Oda I

El cielo se reflejaba en tu pupilas, las estrellas querían formar parte de tu cautivadora sonrisa de mujer, eran como pétalos de rosa los trazos que pintaban tus delicadas manos al tomar un pincel.

Fuiste una en un millón, tus besos eran un millón en uno solo, estaban en fila como un pelotón dispuesto a dejar su vida por quererme.

La vigorosa imagen de ti ya no me pertenece, se evapora por el calor que tuvieron nuestras diferencias, y aunque te pido perdones mi vehemencia; ahora sólo me queda ver a lo lejos tu cintura y como se mece.

Sé vivir dentro de tu memoria, ahora debo aprender a vivir con mis versos, los mismos que a ti te he expresado; los mismos versos que fueron dejados de lado.

Quieres salir volando y sólo soy un peso muerto, sólo sirvo para dañar tus alas y evitar tu vuelo; al final sigo siendo prisionero de eso que se oculta detrás de un triste consuelo.