Manugongue

OLVIDO

Hay adioses con ternura,

adioses de desamor,

hay adioses deseados

y hay adioses sin razón.

 

Adioses apasionados,

adioses que quiso Dios,

adioses llenos de odio,

adioses llenos de amor.

 

Hay adioses de esperanza

de un regreso sin adiós.

Mas todos están pasados

por el tamiz del dolor.

 

Pero el adiós más punzante

que nos hiela el corazón

es aquel no pronunciado:

adiós sin decirse adiós.