El Peregrino Azul

LO QUE ME ENSEÑÓ MI VIEJO

Aprendí junto a mi viejo

entre tanto y tanto ensayo,

a cómo herrar un caballo,

cómo enlazar con un rejo

y a sacar corte parejo

al macanear un potrero;

cómo poner un apero,

cómo es que un cuero se estaca,

cómo se ordeña una vaca

y se vacuna un ternero.

 

\"Que haya que echar a la olla\"

decía con una sonrisa

y me enseñaba sin prisa

cómo cultivar cebolla,

y papa pastusa o criolla;

con orgullo se lo digo:

me enseñó a aporrear el trigo,

a cargar en angarilla,

a amar la vida sencilla...

¡Fue mi maestro y mi amigo!

 

¡Que nadie le ponga tacha!

solía recomendar

y me enseñó a remendar

con parches botas \" la macha\",

a rajar leña con hacha

y hasta a cargar un horcón,

sin que me cause lesión,

a tomar tintico a diario,

a rezar siempre El Rosario,

pues fue un hombre de oración.

 

Con cariño y con rudeza

me enseñó a hacer una cerca,

a no ser persona terca,

a amar la naturaleza,

a nunca tener pereza

respetando a cada quien,

a ser honrado también,

que así la vida se labra,

a ser hombre de palabra

y, además, hombre de bien.

 

A tomarme una cerveza,

sin ofender a ninguno,

a servir siempre oportuno,

que ahí se halla la grandeza,

a usar muy bien la cabeza...

prestar con gusto un servicio,

a ponerle a todo juicio,

a controlarse en la vida,

con la precisa medida,

sin que se caiga en el vicio.

 

A poner rejo a una carga,

a salir siempre adelante,

cortar madera en menguante...

¡hoy el recuerdo me embarga!...

su ausencia se torna amarga,

su muerte me sorprendió,

su partida me dolió,

yo sé que ya está en el cielo

y me queda de consuelo

lo mucho que me enseñó.

 

¿Por qué lo encontró gastado,

la muerte en su recorrido?

porque luchó decidido,

fue un trabajador honrado,

en exceso dedicado,

cumplidor y responsable,

dicharachero y amable,

de él me siento orgulloso,

detestaba estar ocioso,

y era de charla agradable.

 

Cada cana y cada arruga,

signo de sabiduría,

las lució con hidalguía

y nunca se le vio en fuga;

la injusticia que subyuga,

al débil, al inocente,

nunca se alojó en su mente,

tampoco en su corazón,

fue un hombre de convicción,

muy honrado y consecuente.

 

Tal vez me habita su esencia,

tal vez algo en mí quedó

de tanto que me enseñó,

mi viejo con insistencia;

tal vez ahora su presencia

se hace más clara y patente,

y sigue siendo latente,

cada rato, cada hora,

pero se extraña y se añora,

eso sí que es evidente.

 

Su amor único, especial,

se ha quedado en mi memoria,

en mi vida y en mi historia,

papá fue todo un caudal;

fue pilar fundamental,

comprensivo y exigente,

me enseñó a ser decente

y a luchar por un anhelo...

sé que ahora desde el cielo,

a mi lado está presente.

 

© EL PEREGRINO...