No es que sea una declaración apresuradamente dicha…
tu necesidad de mí nació con el universo,
simplemente con el Big Bang se concebió
y ahora, ya en la pasión que me veo sumergiéndome,
sé que la declaración es el error con más sensatez,
ya te veo caminar sobre piedras en ignición a mi lado,
los dos como lava sobre la pradera del amor,
diseminando flores que arden a nuestro paso,
y no veremos, si nos aferramos, al crepúsculo
y nos quedaremos durmiendo sobre pétalos,
en la flor de una mañana que se eterniza,
alimentaremos el fogón en el jacalito,
que yo luego de recorrer los prados, volveré a ti,
a tu piel sabor a miel que se adherirá a mí,
para lamerte y devorarte, para exhalar tu figura,
tu consistencia de incienso, donde entro y salgo,
y ya poseído yo en esta locura,
podré morderte, mujer, como un lobo,
desvestirte, y humedecerte, con las marejadas,
en el mar de mi corazón, cuando estemos a solas.
Mañana de beldad, cuando descorres tus párpados
y permites la luz de tus ojos en mis praderas,
en mi cuerpo que está ardiendo, llenándose de ti, de tus suspiros...
unificándonos, tú y yo, en un sólo sueño, con arrebatos
mojándonos, en reiteración de nuestra entrega,
eres mía, soy tuyo, toda mía, todo tuyo...
y en cada beso que divinamente a mi pensamiento viene,
hay una flor que nació en tus labios... lo diviso,
me das así un sí definitivamente... para llamarte por tu nombre,
para llamarte amor, y ser por ti el más feliz de los hombres.
En el sueño en que vivimos, puedo llamarte mía,
puedo aproximarte a mí, llenarme de ti,
beber en tus labios para hallar la embriaguez y el frenesí,
romper tus vestiduras para ver la luz
y dormir entre lo sagrado de tus senos que me envuelven,
cubriéndome de la miel de tus besos, a tu costado,
introduciéndome en la humareda de tu vientre,
para que mi pasión en medio de tu canto se entierre
y así poder poseerte, para trocarte en paroxismo y delirio,
para que seas sólo mía y sólo mía sea tu boca
y yo en esclavitud quede en la prisión de tus brazos,
sea un siervo que fielmente propicie tu deleites
y así juntos forjaremos al hilo que irrompiblemente
nos atará a los dos, para ser tú la más feliz de la mujeres.
Creo en lo que se eterniza, y en el amor que tiende a ello,
creo que el amor es así y por eso su origen es del cielo,
y en mi búsqueda por ti, oh ser predestinado a mí,
te vislumbré desde hace ya muchos años
y en pos de ti desde siempre procedí,
-decir que con arrojo está por de más-,
me conduje en pos de tus vestigios
sorteando en el camino alabastros...
aún mis ojos no te han tocado en la distancia
ni mis manos han besado tus labios,
aún mi piel no se ha embriagado con tu aroma
ni mi boca ha mordido tu corazón,
pero sé, -aunque no soy del grupo de los doctos-
que tú estás en un reino remoto
y sabes que te busco, y vendrás a mí,
y me tenderás tu mano,
para unirnos por siempre, sí, así,
el día que mi cuerpo yazca inerte,
estaré cerca de ti,
unidos con un lazo que jamás se rompe
aun ‘más allá de la muerte’.