John morales

Por terminar

Suben tus nebulosas miradas en mis ojos.

Tu lágrima de amor cicatriza mi párpado 

violento y herido de silencios en el pecho.

El fragor de tu llanto gravita en luna nueva.

 

Sólo entonces la heráldica noche amarra los vientos

a tu gloriosa crin, y en el sosiego eterno

despierta muy dichosa y se pone a llorar

un trino de esmeraldas y una fiel golondrina.

 

¡Oh, mujer, de las cipres de julio adoptaste 

tus nombres, una tarde lluviosa en tu perfil!

De las aves del norte duplicaste tus alas,

y aprendiste a volar dejando huellas al viento.

 

Haz que surja de tus manos el fuego azul

de tu sustancia, y dame a beber tus vinos.

 

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David John Morales Arriola