Freddy Kalvo

Retrato de Isabel

Mis ojos como la mente

anclados en el pasado

para traerte al presente

para sentirte a mi lado.

 

Y hoy te recuerdan contenta

como aquella niña hermosa

que jugaba en los setenta

¿Recuerdas?... ¡Poco llorosa!

 

Siempre con tu rico aroma

a loción Mennen, concuerdo

puro río, flor y loma

el olor, así recuerdo.

 

Y tu piel siempre morena

con tu carita luciente

risos de blanca azucena

muy divertida y sonriente.

 

Muy alegre, muy valiente

eras niña preferida

así te veo patente

en mis brazos bien dormida.

 

Así te pienso de niña

cuando yo te chineaba

así te tuve de niña

cuando riendo te abrazaba.

 

Luego...¡Papá te escondía!

Cuando feliz te atrapaba

te reías, te seguía;

él contigo así jugaba.

 

Niña, niña que ya no eres

como un cedro te creciste

alto, hermoso, con quereres,

con la luz que amaneciste.

 

De esbeltas hojas brillantes

de madera ejemplar, firme;

de miradas penetrantes

pero suaves, sin herirme.

 

Y con un corazón dulce

como rica miel de abejas

superando lo agridulce

y las barreras complejas.

 

Te distingues entre mieles

porque es un placer beberla

tu fuerza como corceles

es difícil no quererla.

 

Tu voz como eco al vacío

de la vida enamorada,

con tu alma libre de hastío

y al futuro la mirada.

 

Y como el pájaro al viento

a volar  echaste tus alas,

bullendo tu sentimiento

como luces de bengalas.

 

Isabel, mi linda prima

con firmeza en tu horizonte,

propósito no escatima

volando como cenzonte.

 

Venciendo crueles tristezas

buscando siempre destinos

superando las flaquezas

cruzas mares y caminos.

 

Eres de una colmenera:

mujer, hija, prima, hermana...

de sangre osada heredera;

pero sobre todo, ¡Humana!.