Me gustaría mirarte a la cara,
y decir que un ligero “te quiero”,
me gustaría perderme en tus ojos
y sentir tu cariño sincero,
y sentir otra vez que por ti muero.
Musitar en tu oído mis versos,
de complemento no quiero tus besos,
una palabra sincera es suficiente,
pues tu sola presencia me divierte.
Solía escribirte estando lejos,
aquellos versos se volvieron ya muy viejos
y quizás te parezcan poco brillantes,
pero dicen que del carbón
salen todos los diamantes.
Me gustaría obsequiarte algún dibujo,
pero quisiera que lo guardases como tu mejor lujo,
pues no escribo al viento,
y no le hablo a un monumento,
le hago y le digo a alguien
que posee mucho razonamiento.
He dedicado mi vida a la poesía fina,
y a veces me arrepiento
de haberla botado en cualquier esquina,
siempre empezando de cero,
siempre hablando de sentimientos sinceros.
Muchos puntos, comas, guiones y renglones,
solía escribir como querían los patrones,
pero soy ahora la dueña de mi mente
y me importa nada lo que diga la gente.