Muerte voluntaria.
Mi cuerpo febril expira
Y hasta el cielo ascendí,
Triste lo que descubrí,
Desde allá, todo se mira.
En mi velorio no había
Ni un amigo, ni un curioso
Ni un colado ni un chismoso
Y pensé: que pasaría?
Acaso jamás sembré
Alguna buena semilla?
Si en mi vida tan sencilla
Sólo alegrías planté.
No había endechadores,
Ni una lágrima o lamento,
Cada quien con su cuento,
Sin canciones y sin flores.
Y aquellas interrogantes:
Porque te fuiste tan pronto?
Yo te amaba, no seas tonto,
Porqué razón me dejaste?
No, no hubo quien preguntara,
Y eso me llenó de susto,
Y me dije: no los culpo,
No hubo qué los motivara.
Me propuse reinventarme,
Dejar la jocosidad
Y mostrar más seriedad
Si hay venia de regresarme.
Prometí jamás pasarme
De justa amabilidad,
Y las damas del portal
No me acusen de acosarles.
Prometí solo sembrar
Fécula de la amistad,
La prudencia utilizar
Al tiempo de interactuar.
Y así me rediseñaba
Nueva personalidad,
O cabía la posibilidad
Que el mundo me desdeñara.
De pronto escuché una voz
Que decía en suavidad,
Mi truenito, dónde estás?
Ven, que te extraño un montón.
Y me volvió el alma al cuerpo,
Y pude resucitar, sin olvidar mi promesa,
Pues, si la huesitos regresa
Habrá quien llore éste muerto.
( VOZ DE TRUENO )