Eduh Siqueiros

Amante mía

Te me acercas, aunque me oculto,
y las mariposas vuelan en tu abdomen que está durmiendo,
¿qué sientes?, ¿es que no lo habías sentido antes?,
¿ya no lo sabes?, espera yo te respondo:
me amas, ya no te lo niegues,
no soy tuyo, completamente, lo sé muy bien,
te resistes, pero también lo deseas,
escondo mi identidad de cordero en traje de lobo
y oculto dentro de una coraza
a mi corazón que late variablemente en su pulso…
siempre es fin de semana,
conservo tu foto, eres de un encanto tal,
mi capricho te besa, mi caballerosidad me gana
y te beso con cortesía sin rosar tus labios,
tú, incrédulamente ves todo tan real…
desconcierto de divinidad, eso soy,
también sé que de amor por ti me tienes muerto
y sólo para eso vivo, para morir de amor,
por eso mujer, todo te lo entrego,
todo de mí para ti: mis baleros que se rompieron,
mi pirinola sin estrenar, mi auto, mis motos,
todo te ofrezco tan sólo para que los desprecies,
no para que digas que te agrado
y mejor digas que me amas a mí tal cual,
y que aun siendo en verdad un mendigo me amas igual.


Muerto, moribundo, resucitado,
¿qué más da?, eso no importa porque aún respiro,
el amor me mata y en inquietud estoy,
no es que el amor me asesine,
muero cada vez que suspiro,
entonces ya lo sabes: no muero de amor, si no de ti;
la muerte por tus caricias, tu aliento,
tus labios, de la existencia que inconteniblemente hay en mí,
la muerte en nuestro encuentro, sin soporte,
la muerte de los dos,
cuando también mueres tú en mi soledad,
en mi cama sin tu cuerpo, sin gloria,
en las avenidas donde mis brazos se desprenden,
en el cuarto sin ventanas que me prestaron los cielos,
en el lugar de oscuridad para que no me veas aunque sea de día,
en el placer cuando me tienes dentro, amada por mí, amante mía,
cuando gritas, cuando vibras, cuando mi piel se pega a ti,
cuando te desbaratas pero nunca te acabas,
cuando te trasformas bravíamente en una mujer de mujeres,
morimos los dos pero sin atarnos,
la muerte cuando mis mordidas no te arrancan los labios,
mi muerte cuando me deslizo sobre tu cuerpo sin fin,
tu muerte en el calabozo de tu grito,
en nuestras manos que al juntarse se embelesan,
en tu rostro con un disfraz de otro dueño,
muerte de ambos en letras, palabras y veneno.


Las paredes de la caverna que dejaste se resquebrajan,
en ella jamás se escuchó un estruendo,
gritaste tu despedida, aves malévolamente vuelan
y con tanta necesidad en el cielo incierto, así fingiendo
desvelas a la noche cargada de sueño,
es la inutilidad de una campaña
cuando la mañana devora el esfuerzo,
con la rosa en tu boca, tu vestimenta de infante
y un adiós entre tus manos, te veo, me encrespo,
esperaba que me engañe el ramillete que me diste,
pero te vas, y el eco me revienta,
se desploma todo un mundo,
los superhéroes no acudieron al rescate,
fue tu beso quien combatió, categóricamente un caos,
mi nombre en su constancia siempre fue lejanía
y para que el trance no te desplome
hoy sujétate en la cuerda que se ató al ‘algún día’.