Sergio Martinez dC

Carta N°4

Mi amada:

La luna me ha hablado seguidamente de ti, en cada noche y en cada desvelo.
La luna es complice del crimen del cual me declaro culpable, pero más culpable vienes siendo tú.
Si solo la luna me ha venido a susurrar tu nombre tantas veces que mi propia sangre, se ha sentido tuya.
Y quizá la luna no sea la indicada para hablar, pero si la luna ha de venir aquí, y tu nombre con obstinación sigue destruyéndome en mi habitación, declaro que no quiero amar a alguien más si no eres tú.

El viento ha traído hasta aquí tu aroma, dos suspiros y un “te amo”
Y el viento me cubre de ti, y no sé cómo vivir si no estás.
Es que ya me he acostumbrado a andar atrás de ti, andar siguiendo la luz que dejas al caminar, andar siguiendo mis sueños que en ti terminan a parar.

La noche me ha dejado solo esta vez, y tú, tan escondida ante un silencio, y la distancia tan oscura que se pronuncian entre versos.
Y la culpa de quién viene a ser, si la luna no tiene culpa que tú seas tan hermosa como ella.
El viento no tiene la culpa que tu presencia sea siempre necesaria.
Y ni la noche tiene culpa de que tu cuerpo y el mío, separado por tres o cinco gotas de río estén tapados por el mismo manto de estrellas.
Y de quién es la culpa entonces, si los dos estamos igual de jodidos.
Tú que no sabes cómo irte, y yo, que no sé vivir sin ti.