Dayan salvatierra

Eso.

Creció amándole con inocencia, solo al pesar de los días entendió la malicia de sus acciones, lo que un día fue amor se convertido en repudio e indiferencia.

Trato de entender y justificar sus acciones para cambiar su sentir, quería perdonar el daño causado, opto por alejarse pues el sentimiento no desapareció, pasaron los años y la muerte reclamo aquella alma.

Pensó que, al morir la paz llegaría puesto que no habría más daño de lo causado. Al terminar la sepultura quiso enterrar sus secretos, sin lagrima derramada.

No existió un perdón, la despedida nunca llego, la herida continua y el dolor no disminuyó en el duelo permaneció, un recuerdo que por la noche susurraba causando pesar en su pecho, enrojeciendo y cristalizando sus ojos, impotente al recuerdo lloro lo que a la muerte no.

Lo quela vida no le obsequio la muerte gustosa le otorgo, a los vivos les trajo paz, a los muertos descanso librándolos de dolor.  Soledad dulce compañera de los que ante un vivió no puede llorar.

Soledad absoluta, sin quien recuerde su existencia, deambula cerca de los cuerpos vivos presos de su ignorancia, en la nada habita, con la luz se esconde en las sobras de sus huéspedes acompañando su rutina y al llegar la noche continua con su libertad uniéndose al aire helado. No es la muerte ni la vida, carece de sentido, observador constante sin un inicio ni fin.