Yehudi Collas

RICTUS DESAMOROSO

RICTUS DESAMOROSO

 

Mi realidad de ahora es nuestro mundo

desparramado en polvo de universo,

tiene ese vagaroso andar

de un arriero de la orfandad

después de un gesto sísmico.

 

Me acuerdo de la luna y sus consortes

dramatizando nuestros sortilegios infantiles,

la llorecida cena con su rito estulto,

las gentes que sin santiguarse

correteaban al “tú la llevas” pisoteando

la noche.

 

Mi realidad de ahora es

un azulejo que revolotea por mi frente;

yo, de bruces en mi costado,

encantando sonrío al aguacero que se aviene.

 

He dejado de amar.

Cuánto habré amado hasta que de improviso

me irrumpe confusión de gentes azulejas que

arriando van por el camino de la vida,

mis pensamientos tractorando día tras noche,

cosquilleándome por mi frente y mi costado,

sin fe que en santiguarse pruebe

la voluntad del alma de las cosas.

 

Cuánto habré amado, que no es cierto

que mis penas van tras el azulejo

tejiendo su abandono en sórdida covacha, ellas

son gentes que no sienten, no lo saben,

tal vez porque de tan niño se abandonaron

sin calcular a cuánto ascendería

el amor que perdían.

 

Soy mi único consuelo de infinito,

mi realidad es indagar la realidad

de los tiempos,

sea en el límite de nuestra vida,

sea en el egoísmo trascendente

del visionario en todos los procesos.

 

Soy mi sonido a madrugada,

mi olor y colorido a madrugada,

y tomar a mi muerte de engreída,

desposarla, es mi única opción de ser valiente…

- Respondes que no es nada?  Y esas lágrimas?

- Es el polvo que el viento trae a mis ojos.

Oh, mi consuelo de infinito este poder

escribir cosas / si no hay otra alternativa /

sean tortura subyugante, o energía liberadora!

 

Preguntaba Fabio, de acá a varias edades,

qué vendría a ser del arriero vagaroso

si lluvia chapucera le sorprendiera

sin alma y sin calor, vacío de nada?

Fabio sólo se contentaba

con la respuesta de sus sortilegios infantiles,

y me invitaba ver pasar

cómo entre lunas y estaciones

el solano arrancaba de los tiempos

sus soledades enquistadas en la flor

de nuestros amaneceres.

Mi realidad me hace pensar bandidamente

sobre una doble flecha del camino:

“será lo que es” “esa razón de lo que somos”,

y en ambas caras me sorprende el buen humor.

Ha valido la pena vivir.