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Nocturno I

 

            

 

                         

 

   Anochece: preñada está  la Luna

y suave el viento;

diamantes  siderales

giran saltarines

en exótica danza nocturna.

   Mi alma se dispersa

de estrella en estrella

y quiere detener

la expansión de los astros.

   ¡ Pero, cuidado! La energía celeste

es perfecta; más perfecta

de lo que sospecha el creador.

   Ahora, seres alados

de ambientes paradisíacos

vienen hasta aquí

y giran en torno mío

al compás de mis suspiros.

   Mi alma está ebria

de danza nocturna

y se deshace en lágrimas.

   “El amor es celeste y

es prodigio divino”;

me lo dijo un ser alado

en la plateada noche del

grandioso plenilunio.