Eduh Siqueiros

Siempre te busco

Me sobresalto cuando el lienzo de penumbra se extiende
lúgubremente sobre los páramos de mi lecho,
quedo en incitación para oír un canto de tono sin acceso
y siento un desconcierto en mi fragilidad,
mis afanes no han sido pretensiones verdaderamente,
-empeños con volubilidad en sujeción a mi capricho-,
me sojuzgan los embates de torrenciales
que pintan al interior de mi mente... pero no lo hacen
en la claridad del pergamino de mi memoria que me pesa,
mis demonios hacen mella y se regodean
desvaneciendo sin conmiseración a mi senda,
demoliendo van a los pilares de mis entrañas;
me siento a veces escoria y a veces prolijo,
deidad de mis determinaciones que arriban inauditamente;
si mis pesquisas arremeten, me atosiga
la figura de la hermana muerte, fantasmas
que me hacen desconfiar de todo y ello me lleva
a enclaustrarme en mi caverna con mi solitariedad,
otorgándole a los demás despectivamente una categoría,
amante me vuelvo de un idilio de poca atracción,
yo y la luna nos entregamos en el apasionamiento,
y soñamos hasta que de pronto la brisa
me despierta y me advierto en mi habitación:
he retornado al mundo y en el friso
blanco soy de homicidas, la estupefacción
me reconstruye como un ser que yace inertemente mas respira,
insomnemente me aferro a lo palpable de lo abstracto,
no soy igual a los demás, sin duda porto mi extravagancia
y en eso todos los demás coinciden conmigo,
en ser seres con diversidad… aspiro olvidar poco a poco
lo que ya no recuerdo y me encamino a soñar,
obstinado en este encierro que me consiento,
sin escape y sin deseos de escapar, persisto;
yo mismo me permito estas resoluciones,
mi anhelo melómano es el impulso
que me tiene como juguete de mis acciones.


Sollozos, alborozos, bullicio y cataclismo,
todo perfilado para la tribulación que no fenece,
¿es posible morar en este cajón de mi encéfalo?
aquí es un acopio de rocas y litorales en anegación,
con vacíos que atan y ausencias de confidentes,
se admite la familiaridad de extraños,
los caza recompensas… presiento peligros,
¡sosiégate corazón!, puedes explosionar en mí,
y luego con la boca lanzaría proyectiles, furor de mi cañón;
la indiferencia goza ante la hambruna… inusualmente
la furia borra la belleza en el color de las flores quitándoles su magia,
rosas que resaltan más cuando se ausentan del jardín;
se ha finiquitado la algarabía de este madrigal,
con la parcialidad del fin tal como las otras veces.


¡Ay!, esa extenuación tuya por aguardar mi espera,
ese mutismo por no expresarme más tus cortejos,
ya no me buscas… ni me imploras… ¿que te ame
pretendes?, mujer, si los dos estamos anonadándonos,
sabe que en mi predilección no estás entre los remanentes,
¿tú eres quien tal vez ya no me buscas?, no lo asimilo,
sin duda no soy el centro de atención para las demás,
lo sé… ¿será que ya no me soportas?, el lazo
que nos une endeblemente puede romperse, dime, al menos por ahora,
¿no podremos ser ni amigos?, ¡ay!, mi alma solloza,
qué torpeza la mía, en vez de tus afectos conseguí
tus desdenes… te alejas de mí, ¿por qué así?,
¿en qué momento deje de ser fruición para ti?


Yo, en lejanía, me llevo a tu corazón bajo secuestro,
trascurrirán las horas sin noticas de mi paradero,
querrás saber de mí, hoy sin duda lo anticipo,
¿amor u olvido, qué es lo que me tiene así?,
¿será asequible que pueda seguir sin ti a mi lado?,
¡no!, tal como tú, mujer; en realidad nada en mí ha muerto,
el amor por ti persiste con su virginidad en mí, siempre te busco…
me increpan mis allegados por qué no estás,
que en dónde te has quedado… y mi llanto lastimosamente
te aclama, no hay nadie como tú entre las personas,
y como a ti, también se me ha varado el tiempo,
y aún vivo sin poder vivir, desde que estoy sin ti.


No das crédito a lo que te profiero,
asientes que fue por tu ingenuidad
que acaeció mi acto de favores
y que por tu lozanía emergió la intrepidez,
mas hoy tengo en las manos tu corazón,
aún cuando no tuve tu aquiescencia,
tus remembranzas indómitamente
le inquietan al estoicismo de tu inacción,
sin duda me sedujo el imán de tu apariencia,
pero te confieso que jamás tuve el propósito
de abandonarte y dejarte sin protección;
si eres tú quien habita en mi interior,
no puedo permitirte la soledad,
retornaré a ti, enarbolando palabras sinceras,
nos reencontraremos por el bien de los dos,
para cambiar esta cuita por hilaridad.


Inmortalmente mi pasión en tus devenires
presagias con resolución, tenuemente la llama
dentro de ti vocifera por mí y solicita
mi retorno... te pido que me contemples
y que tu corazón refrende tu compromiso
de sensibilidad, sinceridad y eternidad,
quiero aún sentir que tu boca me besa
y me musita palabras de sensualidad con sutileza.


Mujer, cuánto te admiro, es la expresión
de tu alma la propiciadora de todo esto,
yo sólo soy el desquiciado que en la conmoción
de tus expresiones me he puesto atento
para apropiarme de tu pasión con osadía,
sabe que nefastamente no es mía la campaña
de entristecerte...¡ ay! mujer, horrendamente
incurrí en este acto mío... lo siento, espero consideración
de tu parte por esta situación.


Inefabilidad del dolor, inherentemente está en el amor,
los amantes son transeúntes que no cesan,
es verdad, unos van otros retornan,
y en la falsedad del embeleso producen desazón,
tétricamente transcurre la existencia de quien pierde en el juego
al amor que ostenta verdad, cuando pasa en frente,
y por estar entretenido en otros placeres
se pierde también el fuego
del amor, quedando en el glaciar displicentemente.