Eduh Siqueiros

Amantes en la intimidad

Astro de la noche en tu sensualidad y esplendor,
esos tus fulgores contra la densidad de la espesura arremeten,
paz otorgas y los corazones fidelidad conceden;
tu beldad con seducción que en su entusiasmo se distingue,
propicia la exaltación de los amantes; férvidamente
te dan presentes los nobles… y desdenes los fieros,
desde el horizonte tus tonos de luz camuflan
tu finura, algunos entes prueban tus brebajes,
embelesándose por la dicha de tu vislumbre
para sumirse en el encantamiento de tu docilidad,
mas tú, rondando al astro rey con sigilo haces tu traslación,
hasta ese encuentro -de dos astros- en la magia de un eclipse.


Oh mía, en el mutismo de la noche que se apacigua,
tu alma deambula cual itinerante sin categoría,
se clarifica nuestra unidad en su consumación
aunque lejos esté tu mundo de mi mundo;
arremeten las conjeturas sobre tus sábanas
y luego se ocultan bajo tu almohada, soñando, soñando...
con el eclipse de nuestras visiones,
persistiendo, el aro de nuestro idilio va encendiendo
a la fusión de nuestras integridades en el acto;
en la serenidad de la noche a tu conciencia llego
para que juntos forjemos a los ósculos y arrumacos,
y mis visores envuelvan a tu alma que se inquieta,
matando así tus desolaciones, guardando la efervescencia,
ser de belleza, la misma que camelará toda intuición de poeta;
si en este sosiego alimentas nocturnamente al fuego
de los sueños que se colman de amor, ambos nos remontaremos
al viaje sin término en el que hemos de amarnos,
desbordando donosura y picardías en la aventura
por la cual hemos de eternizarnos.


Tu alma siente el escozor, tu esencia de mujer
merodea por las calles de mi arrabal recónditamente,
sin tenerme te exasperas, y cuando la noche
irrumpe, sin poseerme te intranquilizas…
mi ausencia incita a tus ojos a esbozar mi perfil,
tu tacto trepidantemente simula mi silueta,
mis esencias en tus prendas viven con calidez,
sin embargo, me necesitas, sujetándome en tu boya,
debes saber que también te busco,
junto a mí enarbolo tu integridad elevándote,
para sentir tu boca estrujándose en el plebiscito
de un beso que no muere para luego poseerte y vibrarte
en el estremecimiento, con frenesí y así donarme…
me percibes, mi rigidez aclamas, me ofreces
el dulzor de tus humores con que me extasías,
entregándonos a esta exaltación del alma,
en esta complicidad de amores con otros dueños,
seremos así, amantes en la intimidad,
aun cuando en lejanía perdemos la cordura y la paz.


La cotidianidad en la confrontación de tus pareceres,
estoy y no estoy, mi aroma te exalta,
se desgarra tu corazón simulando los deleites,
sabes con certidumbre que te hago falta,
y te acosa la pesquisa, ¿somos el uno para el otro?,
si fuera así, las noches de arrobamiento
no alcanzarían su patíbulo, aseveras, pero en el acto
enquisto mi simiente en cada rincón de la urna
de tu cuerpo, ¿crees que no me importas?,
sé que me amas y por eso me apoyas,
siempre lo haces en cada levante del sol que renace;
si me voy, sin duda caerás en el caos;
proyectemos nuestro afán en su fervor,
unamos nuestra dermis en la fogosidad,
sin atender a los juicios de los demás,
aliviemos las dolencias con la mañana que nos moja,
prosigamos para que seas sólo mía y no seas una más,
oh ser de belleza, para que cada vez dejes de ser una extraña.


Amor para la eternidad me prometes y yo te creo,
la expresión de tu alma esta vez es genuina,
y saberte así comprometiéndote, me encanta
por la exaltación en la que me sumerges,
y así quiero hacer vibrar tu espacio, con mi sonoridad
en tus sentidos y mi dulzor en tu boca
proyectando una sobrecarga de éxtasis y suavidad
sobre tu faz, y en tu hálito de eternidad
obtener la infusión de tu magia sin fin,
recorrer la totalidad de tu piel,
para alimentarme de las palpitaciones de tu ser,
trastocando a tu centro, para encenderlo,
irrumpiendo nocturnalmente a la inquietud de tus arrebatos,
transmutándote a ti con descontrol por mis besos,
y comprenderás porque te amo, oh mía,
elucidarás tus pesquisas, trascendiendo los placeres,
advertirás entonces que eres única entre las mujeres.


Sin duda soy un adicto a los embelesos
que emergen desde tu alma y que seducen
a mis sentidos... y el efecto que propician
en mí es el afán de liberar mis voces,
gracias por este arrebato que a ambos
nos induce la avidez de compartir trocitos del alma...
-saldremos ilesamente, lo garantizo, ya que tu luz
con la mía resplandecen-.