William Bermudez

Cálido Amor

 

Bella, virtuosa ojos de almendras.
Mi rostro inconsolable reclama tus caricias,
mi cabeza acomodo en tu hombro apacible
y mi cuerpo extenuado a tu regazo sublime.


De mi piel a la tuya,
sueve cual petalo de lirio.
Y tu delicado ceno
cubierto de mi boca inocente.


Siento entonces mis ojos iluminar,
frente a los tuyos, Hermosa luz.
Y ya no hay miedos ni desesperanzas,
ya no hay desdicha.


En ti me resguardo, madre.
En ti lo hago.