Kinmaya

Abismo

Allí estaba, veloz como un fantasma,

atravesando la extensa llanura gris,

lúgubre, y densa como niebla embrujada,

mucho más allá de la noche.

 

Los dioses ya la habían visto.

Con un soplo veloz como estrella fugaz,

la llevaron a su destino presuroso,

sin el más mínimo esfuerzo.

 

Era inevitable aquel infortunio final.

Un grito alado y desgarrador se apagó,

un silencio profundo en un abismo hundido,

y el tiempo se la llevo para siempre;

aquella pena, había terminado finalmente su tormento.