Alma de Piedra

Soneto II

Por la acera vas orondo y soltero,

en tanto me ocupo de las labores,

de encontrar la razón de tus clamores,

y la razón de mi pena, sugiero.

 

Si cual niña di enteros mis amores,

mentiras y enredos me diste, austero,

y usaste así mi delirio, embustero,

estropeando mi amor y mis candores.

 

Y que alejásteme de ti, severo,

son por hoy de la prole, los rumores,

que ignorando la entrega y el esmero,

 

de ofensa te sirvieron mis favores,

y aunque sé, como sabes, que te quiero,

mis malos momentos, no serán peores.