Gerardo Barbera

LA BRUJA

 

 

 

 Vieja bruja de gusanos sagrados,

morirás con tus ojos furiosos.

Entramos lentamente, el perro, el viento,

 la neblina, mucho humo entre las ramas,

el ronquido, alaridos de tormento,

 Satanás, las voces, lanzó un conjuro,

la rociamos con gasolina,  calma,

y en un instante infinito, las llamas,

entre gemidos, lamentos, sulfuro,

viajó llorando la Vieja en su cama.

 

 

Y buscamos  las fórmulas satánicas,

 estaban entre los rastros  de sangre:

huesos grises, tabacos consumidos,

las ollas calcinadas,  luces mágicas,

 cabos de velas, muñecos de alambres,

un colchón infectado, los insectos,

las botellas transparentes, nostálgicas,

las fotos amarillentas de un niño,

¡en las aguas turbulentas, el muerto!

¡nada importa, matamos a la bruja!

Sólo cenizas, infierno, silencio.

 

 

 

  Noche desesperada, luna llena,

almas que gritan, veinte años, tinieblas,

 los desaparecidos, calcinados,

la maldición nos persigue, condena,

tres quedamos...,  la verdad, serán dos,

pobre Mario,  lo até al árbol del patio,

 llora como niño desesperado,

 tengo  el espíritu de la bruja,

  fuego en mis manos: \"¡no lo hagas;  perdón!\"

Nada que perdonar, sin paz, la tumba,

el fuego azul ardía como siempre,

sólo queda Pedro, el líder de todos,

 mis manos cansadas sobre la cama,

fumaré algún tabaco, calor, la urna,

volaré sin alas, humedad, lodo,

sin cenizas, sin recuerdo, sin alma.