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EL PRIMER BESO.

    El primer beso que solemos dar en la vida, se queda reflejado en nuestra memoria, se aposenta con tal fuerza, que hace de ese lugar, su residencia fija. La edad, entiendo que queda relegada a un segundo término, pues lo mismo se siente a los quince años, que a los con veinte. ¡En ambos casos, el alma está deseosa de vivencias nuevas!!. Cuando posamos los labios en los de nuestra pareja, nos inunda un nerviosismo especial, que no tiene parangón posible. Nuestro corazón, aumenta sus latidos asomándose a la ventana de la taquicardia paroxística. Tan solo con el paso de los años, es cuando se puede apreciar lo mucho que representó en su día.