Eduh Siqueiros

Desde tu ventana

En el estruendoso grito del orbe,
que procrea centellas por doquier,
el fulgor puntual, a mi fe reduce,
lacerándome para perder el quicio,
la quimera se resiste dormitando,
fisgoneando en la ruta del ventarrón,
y agitando a tus músculos bocales
para forjar mi efigie en una utopía,
se superpuso el manto negro,
y en la borrasca tus labios reman
sobre las corrientes de un conjuro
para unificar las ansias que los calcinan,
rompiste el timón de tu fragata
y quedaste a la deriva en pleno estío,
con la satisfacción de tu empeño
en este tu inefable y mágico sueño.


Los líquidos celestiales se impactan en el suelo,
los derrames de tus pupilas desguarnecen,
el astro nocturno te aborda desde las alturas
y te cuenta vacuas historias que te agitan,
en el desolado erial eres la humedad anhelada,
sucumbes ante la posibilidad de tu destino,
quizás seas portadora de la desdicha que arribó,
empero, tu centro vital te socorre en el trayecto,
para que sepas que has de dejar las dolencias,
para que al final de la ruta florezca la esperanza
de un astro renovado, y a pesar de las severidades,
te reconciliarás con la puesta del sol sin apatía,
cuando sea tiempo de remontarse en un baile
hacia lo perenne, si acaso te alejas de mí,
si acaso mi eternidad deberá ser sin ti.


En medio del arrabal de una antigua ciudad
se exhibe el astro de la noche taciturna,
la percibes desde tu ventana entre las brumas,
capturas un punto de la cúpula oscura,
y el noble astro que induce plectros en las almas,
se da cita sin tardanza a realizar su cometido,
fiel a la ordenanza que se le ha delegado...
y tú le increpas porque te despojó de tus reposos,
hoy sueñas para remembrar aquello que no debías olvidar,
quizás fue tu mutismo quien expatrió a tus ansias de amar.


Que tu alma siempre afane mejores porvenires,
que sueñe en todas las auroras y las alboradas,
y en magines yerga un jardín de flores aromáticas,
que se mantenga en guardia para que no fenezcas,
y si tu alma sucumbe, que recobre su postura
en raudo acto, para que el hálito de los años
no marquen detrimentos en tu deleznable corazón,
que guarezca en los momentos de dicha y donaire,
y en las exaltaciones pasionales que la nutrieron,
que se mantenga siempre avante, ya que perduraron
en ella la esperanza y la fe, los lastres sorteó,
como valerosa combatiente, ha sido invencible,
que fiel a ti, lidió batallas sangrientas sin extinguirse,
porque tu alma es beligerante e indestructible.