S Esteban Esquivel

Dulce voz de vino

(Este es un cuento corto)

 

 

Hasta después Esperanza, este es el último trago. Alguien me espera en casa y dejara de ser yo un caballero si la hago perder un minuto más de su tiempo, debo irme.

No, para nada. Hace tiempo ya que pactamos citas, sin embargo, jamás asisto. La hago esperar en vano y su problema es que siempre vuelve mientras yo la desee.

No Esperancita, no te equivocas, es seguro que mi noche será cálida y no me sonroja que lo menciones, puedes estar tranquila. Seguramente llegaré agitado y un poco inquieto, confió en que las primeras copas calmen nuestras tensiones, es difícil escoger entre tantas copas de vino cuando en realidad no tienes ni idea de la diferencia entre un Cabernet y un Merlot, no me esfuerzo por aprenderlos por su extrañeza y no creo que me sirvan en un futuro, espero haber elegido bien pues, sabes que yo soy más aficionado del wiski. Son sensaciones normales Esperancita, considera que jamás nos hemos visto en persona, le he enviado cartas que nunca responde verbalmente, eso la hace interesante, sus mensajes me los hace llegar con algunos conocidos, familiares, amigos o inclusive con algunas personas que apenas conozco de vista. Quienes logran describirla me dicen que es muy buena con eso de escucharte y darte la razón, que es un amor de solo una noche, frío, con disposición a calentar sus manos al explorar la docilidad. He adornado un poco la habitación para que se sienta acogida con algunas velas aromáticas, fragancia de jazmín y flores de cerezo, espero que le gusten tanto como a mí. Aunque, a decir verdad, es demasiada la expectativa para alguien que solo veré una noche, es más el compromiso que siento por mis inasistencias anteriores. No sé qué esperar, me retiro Esperancita. Buenas noches.

 

 

Adelante, compre dos botellas para nuestro compromiso, no sabía muy bien cual elegir así que compre un par para tener opciones, conociéndome se terminaran, no te preocupes, debo admitir que tu presencia es algo intimidante, me alegra que te presentaras, y me apeno por supuesto de mis anteriores groserías. No sé por dónde empezar, me distraen un poco tus ojos, parecen estar vacíos a la luz de las bombillas, pero en contraste con la tenue luz de las velas parecen dorarse en marrón. Brillando en vacío, irreflexivos, indiferentes, insensibles, hacen juego con tus orejas que parecen estar cerradas a mi voz. Es un reflejo justo. Admito que me gusta, los ojos son ventanas del alma, pero los tuyos parecen más un espejo. Es el miedo más placentero que he experimentado, mantenerte dos segundos la mirada. Es como un viaje de soledad. En fin. Ya te sirvo, veo que no eres muy elocuente, así que empiezo yo.

‘’Si me dices que eres una persona que detestas las mentiras y que es más fácil decir la verdad, no te juzgaré, porque si yo te digo lo mismo no sería yo quien está mintiendo. La mentira esta tan arraigada en nuestras vidas, que yo mismo me he visto la cara sin darme cuenta, cual espejo que no desmiente, me he mentido sin cuenta darme, solo te sigues viendo la cara imperfecta, rostro mentiroso, sin autocompasión. Y me iré lejos, cuando el mundo me canse, cuando perciba cada engaño sin ser esa mi intención, cuando no quiera que nadie más me engañe, y me iré lejos, escondiéndome a simple vista, cuando yo sospese que es necesario llorar por un engaño vendré a escucharte, tal vez camine hasta llegar a poder rozar los labios del cielo mientras me apoyo en los del mar. Me iré lejos cuando me canse el mundo.’’ Quizá fui un poco duro con ella, más no es tiempo de remorderse la consciencia. Y parece que tengo un problema severo con los espejos. Era ella quien consolaba sin deber mi ansiedad, la angustia era tan insoportable que mi nariz sangraba. Jugábamos a que éramos beligerantes soldados en guerra. ‘’Esta no es una derrota! Es una invitación mordaz y jocosa a seguir coleccionando triunfos ante usted, admirable monstruo taquicárdico. Eres avasallador y en mi sistema resides sin mi permiso, actuando como un ejército fulminante e inmaculado. Más mi resistencia obstruye tu defensiva, exitosamente, esta inquietud deja de ser mi verdugo, quebrantándote a espada y exhalaciones -aquí ambos reíamos- ¿Cuántas vueltas más piensas dar con manos vacías? Anda, quizá sea en la siguiente dosis.’’ Mi corazón reducía sus palpitaciones, y dejaba de sonar extraño ¿Has escuchado tu corazón? El mío suena a una botella de Jack Daniels semi vacía. Decía yo equivocadamente que ella en cuestión de amor jamás igualaría la balanza, que equivocado estaba. En fin. ¿Te molesta si pongo algo de música?

¡Si!, pensé que no hablabas, sabes que me encanta el jazz, ‘’Saint james infirmary’’ de Cab Calloway, me gusta también la versión con Louis Armstrong. Esta canción la escuche por vez primera aquella noche en que murió papá, el viejo lo presentía. Es como si hubiese sabido la fecha desde antes, por inercia alejándose de nosotros, para ser menos esencial y provocarnos menos dolor, o al menos eso pensaba yo. Aquella noche lo encontré en la habitación de su departamento, vivía ahogado en wiski y prostitutas, era parte de su aislamiento, de su nueva vida desechable. Sonaba en el tornamesa Cab calloway, entre un rio de botellas vacías y colillas de cigarros. Entre ellas figuraba mi nuevo corazón, pues el viejo lo deje en la entrada del departamento colgado junto a sus llaves del coche, su llavero tenía esa fotografía de nuestro viaje a San miguel de allende. Entre todas las sonrisas la de él era la mas desabrida, y si mal no recuerdo después de ese momento le cansé los brazos y me bajo para nunca más volver a cargarme, sin saberlo. Camine sabiendo lo que encontraría en su habitación, pero, de nuevo esta necesidad que tenemos de mentirnos me relajo, tan solo necesitaba mi reflejo, para verme la cara una vez más, esa seguridad que me permitiría irme con la seguridad de que mi padre al día siguiente tan solo sufriría de resaca. Pero solo encontré pedazos, por todo el derredor. Por mas que intentara juntarlos no encontraba esa mentira que me apremiara, la busque, vehemente. Y entre cada pedazo perdido, perdía las palabras correctas que complementaran mi espejo de mentiras. Y lo peor, es que sabía donde encontrarlos. En el mismo lugar que encontraría la verdad. Entre sus manos, ensangrentado, con sus muñecas violadas por el cristal. Murió por ese pedazo de mentira que yo anhelaba, percepción, pues el murió por un cristal de realidad. No es cuestión de mentira y verdad, claro está que discrepábamos de objetivos, es la situación, si, salí pensando. Que buena vida la de mi padre, alcanzando al desquicio.

 

Sin más rodeos, tú y yo tenemos un asunto pendiente, siempre me lo recuerdan las botellas al terminarse, su reflejo, esta vez no se trata de otra falsa ilusión de suicidio, que te parece si usamos un espejo, aprovechando mi recién descubierto problema con ellos.

No, no es ella mi motivación, ella era el impedimento. Tampoco mi genética, aclarando ya el contexto, es cuestión de contexto, y de elección.  Pensé que no me atrevería y que mi corazón me lo impediría, sin embargo, supongo que no cualquiera puede escuchar tu voz. Sedante, añeja, quien diría que la voz de la muerte es más dulce que el vino. Salud, no pierdas más el tiempo.