Ivonne Cadena

Suicidio

A penas y puede sostener el peso de la pistola con una mano, la coloca sobre esa parte de su cabeza a lo que los adultos le llaman “sien”, cierra los ojos con fuerza esperando que su mente ordene tirar del gatillo, después de unos minutos lo hace, solo se escucha un ligero clic haciendo que abra en automático los ojos, mira alrededor y se dice “devuelta a la realidad”, baja la pistola para contemplarla, no es la primera vez que la coloca en su cabeza y a veces se pregunta ¿Qué pasaría si algún día llega a estar cargada?, ¿sería capaz de tirar del gatillo?, ¿valdría la pena?, escucha el zumbido del silencio, toma la pistola con una mano y mientras la sube nuevamente a su cabeza cierra los ojos, genera en su mente una lluvia de imágenes, imágenes con las que vive día a día, imágenes que le producen diferentes sentimientos, imágenes que hacen que no quiera vivir en este mundo, tiembla un poco al sentir un ligero escalofrió, quiere llorar, gritar, soltar la pistola y salir corriendo pero ¿A dónde irá?, ¿Quién la va ayudar? Esta sola, encerrada en un cuarto que cada vez lo ve más pequeño, ya no quiere pensar, no quiere vivir, si desaparece, si se va, las cosas serán más fáciles para su madre, para la familia, para ella, va a tirar, piensa que una bala está esperando incrustarse en su cabeza, no pierde nada, las lágrimas comienzan a salir, escucha sus sollozos y estos hacen que llore aún más, le gusta imaginar que alguien llega, la abraza por detrás y la consuela, sacude la cabeza ante tal tontería, nadie vendrá, entre sollozos, recuerdos y lágrimas tira del gatillo… despierta sobresaltada, espantada mira a su alrededor, está a salvo, estoy a salvo se repite, mira la hora y marcan las 2 de la mañana, se sienta, cierra los ojos y comienza a pensar, mismo sueño, misma hora, suspira, hace tiempo que dejó de hacer eso, nunca fue descubierta, al final su padre vendió la pistola, las cosas en la mente de un niño pasan rápido aunque nunca se olvidan.