Eduh Siqueiros

Vibrar tus entraƱas

Porque cuando quiero expresar mucho,
las palabras se hacen nudo en mi garganta,
porque este desconcierto me aterra,
y en la travesía con entes magros combato,
y persisto siguiendo luces, sutil estela
que a tu paso por las cumbres dejas
en cada vereda de mi pensamiento,
en este mundo que forjar procuro,
materializando con palomas lo que llevo,
en cuyas alas tu terneza proyectas,
tan sólo para darle vida a memorias
que atizan al fuego de mis esperanzas.
Porque no necesitas guardar tus palabras mudas,
que tu silencio estremece a mis oídos,
en este noche mis sueños derrotados
aplastan demonios con desavenencias toscas,
quiero morir lentamente en tu refugio,
por la certeza que me devolverás la vida
con un hálito de tu grácil emoción
sobre el aura de mi pensamiento.
Porque no sé quién eres tú, bello ser,
tu misticismo inefable me pasma,
tú le devuelves la vida a mi fe muerta,
eres farola reluciente en mi densa noche.
Porque no sé cuánto tiempo permanecerás,
tan próxima a mí en este campo de hostilidad,
en el que imperan los entes que mi mente calla,
yo acepto si te quedas y acepto si te vas.


¡Ay! Hacerte despertar enamorada,
vibrar tus entrañas con arrebato,
amarte y ser amado en retribución,
mantenerte bajo el desvelo de la luna,
inducirte sueños sublimes en pleno día,
irrumpir en tus sueños dormida,
y con la imperfección que nos toca,
sin dejar de vivir en pos de la dicha,
invadir tus pensamientos,
despertar en ti el amor diáfano,
y pintar tus horas con un fino color
para viajar juntos por los cielos,
¿quién podrá ser ese afortunado?,
siempre dichoso quien te pueda merecer,
día a día, tenerte y ser tuyo, mágico ser.


Detrás de las nubes deformadas,
que me impiden llegar sobre tu geografía,
aguardo, mordiéndome las uñas,
con mis ansias arrugadas
y mi corazón somnoliento,
estoy esperando a que amanezca,
a que se haga día y haya luz,
pienso si quizás desmerezca el premio
de bañarme en tu sábanas calientes,
no creo por ahora que sea un sacrilegio
introducirme con la boca amordazada en tu templo,
y pienso en el tiempo,
en el tiempo contigo, caluroso,
en el tiempo sin ti, tempestuoso,
en los tiempos que duermes en mi alma, rápidos…
en los tiempos que te vuelves un fantasma, lentos…
pienso en el poco tiempo que tengo
para eternizarte en mis días sin tiempo.


El tiempo, ese conjunto de caprichos,
estados de ánimo de la naturaleza,
hay tormentas entre mis cabellos, inusual suceso,
y sobre el césped de mi ansias, los insectos,
bellas luciérnagas revolotean en mi ombligo
cada vez que pienso en ti, porque te busco,
de todo esto es el cielo quien da su testimonio,
que ya bajo el manto del sagrado aguacero
me empapo con tu numen, mojado de ti,
escurren mis deseos de la cabeza a los pies,
que grato es poseerte sutilmente, así,
mas no vienes hoy a mí, tal vez mañana.
¿Si llueves en mí, mujer, cómo no estar mojado?,
eres el líquido celestial que recorre mi cuerpo,
con deseos fervientes que me exaltan
cada vez que en gotas te desprendes,
tu calidez en mi piel, deshace al hielo
en los casquetes polares de mi corazón,
y yo, bañado de un calor único, el de tus entrañas,
soy esclavo tuyo, entregado a tu éxtasis,
adicto al divinal placer en que me enmarañas.