Marcos Reyes Fuentes

MI ADENDA

La última vez que me habitaste

Aún estabas en mis ojos

Ibas cargando tus sueños

En un bolsito rosa

Cruzaste la calle como atravesando mundos

Eran sólo dos cuadras

Desde que soltamos las vidas, de las manos contritas

 Y ya me dolía tu ausencia

Como aún duelen los días.

 

Habíamos cabalgado

Tantos infinitos esa noche

Pero a veces la realidad golpea

Como el Sol en la caverna de la vida

Quizá por eso, no quisimos abordar la noche con el sueño

Renunciamos al arrullo

Tan sólo era el deseo  de ser ese “tú y yo”

Ahí los dos fusionados, en una sola esfinge

Haciendo real, toda los mitos

Vistiéndonos de estrellas y de nubes

                                    (Apenas pudo estar la luna de testigo… muy a lo lejos)

Jamás fue miedo a que se acabe la noche, ni las llamas

El miedo era  a concebir el espacio sin nosotros

Sabíamos que en el grito del silencio

se anudaba el temor como una trampa inevitable

Que los rescoldos resistirían el olvido

Y nuestros abrazos entonces decidieron

Tener todos los tiempos

Todos los versos

Y nuestros besos... toda la poesía.

 

Huérfanos de ropa

Nos descubrió el la luz que se colaba sin permiso

Y el maldito segundero que aceleraba el pulso era inclemente

Ahora entiendo, nos faltó  experiencia.

Duele aceptar los espacios prolijos de los cuerpos

Sé que te costará vivir de esta manera

Como a mí  me costará morir,  sin tu voz contándome tus sueños,

Tus teorías locas acerca del color de mi alma

O tus profundas reflexiones

sobre la génesis de mis lágrimas y mis suspiros.

 

Todavía siento tu rocío acariciando mis poros

 y tu galope acelerado enraizado en mis entrañas

¡Oh cuántas noches  vivimos esa noche,

¡ Cuántas vidas ¡

Y esa promesa hecha  de realizar lo que queremos

Intentando jamás de destruir el vínculo invisible

Ni desatar el nudo.

 

Ilusos los dos

Que no advertimos el  ocaso

Ni las cadenas que las huellas azules y perennes  que forjamos

Y que aceptamos sonrientes,  Sí,  tan felices y  tan firmes.

 

La nueva realidad

Anegó nuestra existencia

Negándonos, la inmutabilidad del viento que se impregna en las rutinas

Cabalgamos los sueños

Con los ojos abiertos

Con el pecho empapado de desiertos

Y es más seguro, que habrá un bolso color sepia

Como las hojas de otoño

Que llevan nuestros nombres

 Y la promesa  encendida, esa promesa que hicimos.

en tránsito del suelo y acaso del olvido

 

y ahora que estás tan lejos en la distancia y en el tiempo

y quizá en en otro cielo

o quizá en otra tierra.

 

Yo  aún no puedo evadir,  la contemplación efímera de aquel momento

Ahí los dos caminando

Cruzando la avenida

Ahí los dos caminando

Atados a la vida

Y en tus dedos el pulso, que acelerado  confesaba

A las palomas trepidantes de mis manos

su  intención gemela

De no soltarnos nunca.

 Y ahí avanzando los dos en el  silencio, preñado de silencio

Apuñalados sin piedad  por las horas malditas

Quebrando las esquinas

Para alargar las calles

Con la intención profana  de evitar el adiós

 

y ahora que estás tan lejos en la distancia y el tiempo

y quizá en otro cielo

o quizá en otra tierra.

O quizá compartiendo el mismo horizonte, cuando  sol se encuentra con las olas

 

 yo seguiré en tus silencios, como puntos suspensivos

Como tú, que aún  habitas, de polizonta en mis rincones

Y aún serás,  más que las pavesas  del incendio

Que me consume en  cada infinito

Apeando la corriente de  mi impulso de vida

Para romper las paredes

Porque además  de lo que prometimos esa noche

Yo  me prometí todo esto… como una  adenda.