p6g5n

Rosas

Acaricié la rama del rosal

cerrando el puño con rabia,

para mezclar la sangre de mi mano

con la sangre de su savia.

 

Después, poniendo carne de mi carne

en el troncón de la planta...

aboné sus rosas rojas

con los restos de mi alma,

y para que no pudiese 

de mis ojos ver las lágrimas

me fuí marchado en silencio

caminando del brazo del alba.

 

Poco a poco, el sendero del rosal se está 

poniendo gris, como polvo de plata,

y frío como mis noches,

y lento como el tiempo cansado que pasa,

y ahora, ni siquiera ya conozco, por qué 

no me conduce a la puerta de su casa.

 

Quizás...porque al igual

que el viento dobla al junco...

mi voz se va quebrando en mi garganta,

pero que no olvide...nunca...

que al rosal de las rosas rojas,

solo, y solo por ella...

le regué con mi sangre sus raíces de plata.

 

                                                      J.C.