Veo la lluvia
que baja entre los sueños
desde las nubes.
Veo tus ojos
un tanto soñolientos
que ya se cierran.
La lluvia llega
con lágrimas amargas,
desagradables.
Pero la lluvia,
que lava corazones,
quiere limpiar.
Lavar las almas
de lágrimas amargas
y de tristezas.
Lavar los ojos
quitarles sus legañas
y darles vida.
Así, algún día
serán dos corazones
tras un cristal.
Viendo la lluvia
que brota de sus alma
en primavera.
Nuevos latidos,
sin lágrimas cobardes,
y dos sonrisas.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/03/20