Moliner Vallés

Quedarse

Qué respuesta tras cuerdas de mal tocar.

Qué lirios, qué amapolas recorriendo ya los cuentos, la primavera.

Qué atardecer es refugio alzado sobre la tierra.

 

Qué vuelve y qué no, qué horizonte persigue nuestro deambular; ¿perseguimos?.

Qué trazo mal pintado hemos dejado, qué pasado lastra huellas y encrucijadas.

Qué y quién miente en esta apagada hoguera de fuego quebrado.

 

Inmensos delirios y flaquezas secuestran el entierro del malestar;

se nos cose al tronco, se adhiere a las pieles.

Batallas e historias miles que los ojos ven rezagadas, allá en la nuca.

 

¿De qué somos espectadores?. ¡Eh!, ¿a dónde vas?.

Estas manos no son divinas, ni mártires o santos,

ni representantes de ideales desfigurados y sangrientos.

 

Quédate, aquí abajo.

Junto a manos y figuras del cuerpo frágil.

Junto a la voz rota y susurrante.

Junto a la ponzoña que amarga.

Junto al sexo triste.

Junto al labio arrastrado y solo, solo como un astro oculto.

Junto a la tierra que brota de mis entrañas;

que grita contra sangre y espadas.