Nipur

(De Las ciudades del alma) Aquel campo

Aquel campo tenía el trigo

clavado en la piel

mientras el sol le hacía cosquillas

en las espigas

y los alambrados eran hilos

                                 de cometas lejanos

                                 de mariposas del cielo.

 

Los chimangos ladraban

por las tardes pesadas.

A veces, en aquel campo

podía casi comer el olor de la alfalfa

o hundir la cabeza

entre sus cabellos y asfixiarme de savia

y renunciar a ciertos sueños

para inventar otros.

O era el color de los caballos

mi aliento salvaje, el ritmo

del tiempo, galope adolescente.

 

Los mojones de fardos

eran los botones de la llanura

y el trabajo de la gente

el cuerpo que le da vida.

 

Espejos del cielo cargados de mojarras;

donde los chajás y las gallaretas

dejaban estelas de nidos

y huevos como planetas, miraban

por las noches las estrellas.

 

De vez en cuando los eucaliptus en

sus bailes se besaban en las ramas.

Allí los hombres y mujeres

tienen el paso firme y la sonrisa fácil

y una música de guitarras en sus ojos mansos.

 

Aquel campo...

                                   a veces

auque

                                   lejano

con enfurecidos rayos de sulqui

me muerde el polvo,

con molinos de corazón y sangre

vuelve con su ciclo imparable

y casi toco su ramaje exuberante

su vertiente infinita

y me acaricia tierra adentro.

 

                                    A mi Escuela Agraria Inchausti

                                    del pueblo de Valdés

                                    Pdo.de 25 de Mayo

                                    Pcia. de Bs. As.