Gaston Medina Vazquez

CICATRIZ

 

Como filosa daga,

al silencio de la noche le hirió  un llanto,

fue una triste nota larga y  vaga

del que otrora fuera un bello canto.

 

Esa triste sinfonía

fue la compañía de la fría madrugada

los minutos se tornaron siglos

para los que de Selene le hicierón  su amada.

 

Por fin llegó el nuevo día

trás la montaña, allá en lontananza

asomaron los primeros rayos del sol

para develar  que la tristeza y el dolor habían hecho alianza.

 

Sobre el musgo húmedo y frío,

aquella ave que un día entonó hermosa romanza

tirado, casi inerte,

mostraba clavada en el pecho una lanza.

 

Lo que una primavera

fué ostentoso plumaje

 hoy la mancha roja de la sangre

ultrajaba  como indignante tatuaje.

 

“Otro día no, otro día no podré soportar

éste dolor que me mata”.

En la débil pupila se reflejó la lejana cima del monte  

allá encontraría la ilusión desiderata.

 

La vida se le escapaba

más aun así se levantó

le pidió ayuda a la luna, le pidió ayuda al sol,

le pidió ayuda al viento y el vuelo emprendió.

 

“Iré ante él y lo confrontaré, pues no se mueve la hoja del árbol si no es por su poder”.

Mil tormentas con su anatomía  se ensañaron 

en ese periplo cruento y doloroso,

haciendo más grande la pena que en el alma le causaron.

 

Con el último aliento de vida

ante el todopoderoso se postró

con la mirada inundada por el llanto

mostrando el pecho clavado al dueño de la vida suplicó.

 

¡ Quítame la existencia ya no aguanto éste dolor !

Que me carcome el alma noche y día eso que llaman amor.

O arráncame éste acero que tiene grabado su nombre  por favor

que me mata día tras día, me ilusiona y me entristece y me llena de aflicción.

 

Mira mi pecho sangrante apiádate mi Señor

dáme la alegría de sus ojos y su voz

o borra su recuerdo de mi mente y mi interior

y corta ya el deseo de ir a ella con el olvido de tu hoz.

 

 ¿Porque callas, porque enmudeces ante mi clamor ?

 Si de muy lejos he venido buscando tu favor,

sólo me miras. ¿ Acaso no soy digno de tu compasión ?  

Dime entonces,  porque con tu silencio mi pena es aún mayor.

 

Se oscurecieron los cielos

y una negrura cubrió la conciencia

las horas Morfeo las convirtió en siglos

no importando del desdichado su urgencia.

 

Ha nacido un nuevo día ya lo indica la música del bosque

una hermosa pero triste melodía destaca por su varonil matiz

es un ave de colorido plumaje y elegante presencia

y cual guerrero del amor en el pecho ostenta como escudo una cicatriz.

 

 

Gastón Medina Vázquez