Oro y barro

Exorcismo

 

Hay una sombra que cruza el mundo

y en cada país ha dejado una marca.

Hay una sombra que traspasa la ciudad.

y ha entrado en cada hogar.

Como penumbra silenciosa en mi cuarto,

ha desbaratado ternuras, amigos y caricias.         

 

Pero no cejo.

 

Mi conjuro

va montado en las nubes que diviso,    

asomadas en el invierno cercano.

Mi conjuro,                                           

se aloja en los árboles que rodean la tarde,               

y en la ventana-prisión,

que me devuelve siempre

el paisaje alucinado de los días iguales.

Mi conjuro,                                                   

atrapa las noches de paso que ceden a la belleza.

Mi conjuro

va hilvanando un hilo crucial                           

sobre recuerdos lejanos de otros días

que irrumpen, cada tanto, sofocados,

y se posan latentes sobre esta pesadilla.