Kinmaya

Inefable

 

Con la voluntad dormida en la piel,

veo un puñado de sombras altivas y difusas,

descansan sobre un manto sereno de ilusiones,

detrás de un manojo de caricias ausentes.

 

Ojos perdidos en rostros de mármol,

al embrujo de sonidos cautos y frágiles,

latidos enervados en manos de seda,

luminiscencia presente, espontánea, vital.

 

Un deshabitar de presagios vagan,

ocultos en un puñado de instantes porvenir,

nubes sin forma seduciendo a la aurora,

detrás de todas las miradas ingenuas.

 

Lágrimas sembradas en un mar de palabras,

reino de todos los silencios sutiles,

esbozando un atisbo de esperanza,

en los inefables rincones del alma.