Esteban Mario Couceyro

Luisa y el infierno

Luisa, espera en la barra

sin saber qué

apenas comienza el día

el sol

asomado a su mundo

ilumina las hermosas piernas

su falda

que como la mar baja

ha dejado las blancas playas

de sus muslos

…..……..……..……..

Yo desde el extremo

he quedado pensando

lo vano del vivir

una noche sin más...

alcohol y humos

recuerdos golpeando

como olas

en mi solitario

corazón

que como un madero

naufragado

solo me sostiene

sin poder ir

……..……..………

 

Luisa, adormilada

abraza su cara

mirando la nada

no queriendo recordar

las confesiones

moribundas de marineros

más allá de la paga.

…….…….…….………..….

 

Qué hermosa está Luisa

sobrepuesta al infierno

de vahos de vino

torpezas sin amor

de una noche

que no debió vivir

………..…………

 

Si ella…

si yo…

quizá pueda

¿ella querrá?.

 

Cómo le diría

que la amo

con lo que soy

y podría llegar a ser.

……..……..………..……….

 

Luisa, despereza

sus brazos

que no llegan a ninguna parte

y

comienza a contar el dinero

deja una parte al cantinero

acomoda el resto

en el escote

levantándose

de pié

frente al sol, que la baña

con la ternura

que nunca tuvo

y

añora a diario

de unas manos amorosas

besos suaves

dados con amor

sin cargo, ni obligación.

 

Ese sol

que la llama y ella

cansada

se aleja, por la puerta

del mismísimo infierno.

……….…..………..…

 

Otra vez que Luisa se va

y no puedo

ni debo

decirle que la amo.

 

Solo uno de mis besos

rompería el hechizo

moriríamos

en un remolino

tormentoso.

 

Ella sería ángel

y yo…

solo regresaría

para ser un demonio

traidor del infierno.