Miguel Ángel Cisneros

Cisneros

Hay un lugar donde la calidez

condensada en molinos

fabrica migas de relatos.

 

El atardecer se despliega

desde la frente

que gotea esfuerzo.

 

Los rumores de rayuelas

estallan al paso de cantos

que expresan primeras veces.

 

El viento surge entre

las colinas como

heraldo anticipado de

lágrimas nunca derramadas.

 

Las montañas empujan

el suelo para sostener

casas en las nubes.

 

Quienes vienen en

carrozas dormidas 

se quedan admirados ante

el material del sosiego.

 

El aire soporta

futuras mareas

en el paladar de un

equinoccio interminable.

 

Las personas alucinan con

 vapores que parten

de estaciones evanescentes.

 

Un lugar donde los

pañuelos elevados

tan solo despiden

veleros de piedra.