A.A.S.S (Carrizo)

Recuerdos día 5 de mayo 1952

¡Que recuerdo tan amargo

guardara la población

del día cinco de mayo

del año cincuenta y dos.!

Nadie lo podrá olvidar

al simpático paisano

que, justo en la Despertá,

le acompañaban su hermano,

y varios paisanos más.

En la hora de la alegría,

cosa propia y natural

¡quien al verlo se diría

que, en tan señalado día

con la muerte te veras!

¡Que tragedia! ¡Una explosión!

¡Un ay, mi hermano Dios mío!

Vidrios rotos, confusión.

Espanto en el corazón,

y en el alma mucho frio.

La madre debe saberlo,

pero ¿quién tendrá el valor

de darle esta mala nueva?

Y cuando llega el momento

de que la madre se entera,

exclama toda nerviosa,

 ¡dejadme que yo lo vea!

que la sangre que derrama

es la sangre de mis venas.

Pero precintan La caja

para que nadie lo vea,

y la madre como loca

sobre la tapa golpea.

¡Hijo querido del alma,

hay que grande que es mi pena

que no pueda darte un beso

cuando yo tantos te diera!

El padre, con más valor,

aunque tiene el alma rota,

por dar ejemplo a la madre

traga en silencio su pena.

La gente en la procesión

va más callada, más seria,

y a todos los corazones

impresiona la tragedia

 Y ya las fiestas no se hacen

con ese brillor de fiestas,

porque su muerte les pone

una nota de tristeza.

Y cuando la Virgen pasa

frente a frente por su puerta,

hasta la luz de los cirios

que como animas en pena,

van alumbrando a la Virgen,

se agita, vacilan, tiemblan.

Y es que el dolor los agobia,

y los agobia la pena

de la pobrecita madre,

que esta con el alma llena

de una angustia tan horrible,

y una angustia tan intensa,

que hace estremecer al cielo,

Y hace llorar a las piedras.

La Virgen tiene en la cara

una expresión tan serena,

como diciendo a la madre

algo que calme sus penas.

¡Ten conformidad mujer

ten ánimos, Eleuteria,

que Dios así lo ha dispuesto

y lo que está escrito, llega!

Ahora me toca a mí

el gozar de su presencia,

si aquí ha dejado una madre

allí la virgen le espera.

Él te vera desde el cielo,

y sufrirá cuando vea

en tus ojos tanto llanto,

y en el alma tanta pena.

Vence la pena mujer,

es preciso que la venzas,

esta vida no es aquella,

aquí no hay odios ni envidias

ni rencores ni quimeras.

Aquello es la paz de Dios

Aquello es la Gloria Eterna.

  Anónimo