mcastellon

Catulo

Pérdida en un bosque, sin luna que me acompañará, vi a lo lejos la luz de tu llamada.
Sentí tu voz, tu mirada y los palpitos que desplegabas, como quien buscaba algo y no lo encontraba.
Comencé a escapar de mi vía destinada y tomé el camino que Venus, Dios y mi alma me obligaban.
Mis manos traducían de las flores el ardor de los viajeros atrevidos que intentaron atraparte y los que lo hicieron con intensión de lastimarte.
Cerca rugía un río que chocaba con las perlas azules, cerca bailaban las estrellas al son del tunante cielo.
La música bajó de los árboles en busca de tus oídos y la hierba subió para abrazarte las rodillas.
Como Catulo tocaba la flauta de la poesía, así iba yo detrás de ti con arpa y alma viva.