Oiram Savir

¡Oh amada libertad!

Desperté, crucé la puerta de mis aposentos y la vi, hermosa, elegante, pura, maltratada...

Ojos color caoba, pelo que caía como lava con un color rojo como la sangre, tan digo cómo lo que representa, la muerte de muchos y la gloria de otros.

Su porte y su faz llevaban todo el conocimiento de la existencia y grilletes adornaban sus muñecas como anunciando el armageddon de la humanidad.

Quise tocarla pero huyó, quise hablarle pero me calló, trate de amarla pero me dejó, quise odiarla pero me besó, ¡Oh amada libertad! ¿En que estás pensando?

¿Es que acaso el hombre no es acreedor de tu presencia? Tu vaivén produce avalanchas de revoluciones y a la vez hace soñar a románticos.

Te dejas lastimar y eres la única que no es libre, porque tú magnificencia es codicia de lobos y refugio de aves. Te veo cavar tu propia tumba con una sonrisa en la cara y una lágrima en tu mejilla.

Oh amada libertad...no te comprendo aún en tus últimos momentos, aún cuando el mundo se congela quiero sentir tu calor y fundirme en ti aunque esté en el infierno.