Le quite  la piel a la casa del  árbol, 
viendo las verdades de la muerte 
Es selecta  retozando en la penumbra
ayunando el horror.
Las hormigas desfilan sin gritos por
el pasto que murmura su destierro. 
El sol gira si temer al mareo de 
los ruidos que reproduce
el rumor de las mareas.
Los pechos bordeados de lumbre
atónito lenguaje,
intersticios mucosas se precipitan a
paralizar el mundo de la muerte.
Sobreviven los colores 
un ojo los ha deseado.
Boca de ventosa de fuego 
rebalsa como el temblor de volcanes 
Erecto como la lanza que  
perfora enarboladas tus vocablos.