huertero

Al instaste de la luz...

Al nacer aquella  nube
desde el inicio una consumación salvaje.
Como los brotes de
otroras mañanas cinchadas.
Es eterna mi dicha rezagada
ante el secuestro de las 
cogniciones no transmitidas.
Y al beber de las sombras que huyen
ansiando se proyecten desde la luz
aquellos  molinos sensible esos
mismo que auto iluminan en el cielo.
Sigo ignorando  a los profetas
y a las piedras que se
incrustan en la arena sensible.
Hay gente que detesta la sed infinita
y la misma habita en el desierto de la omisión.
Ante el trueno inaudible
ritual de viento de uvas rasgándose.
Un ángel dulcemente obliga
su soplo de templo a
perdurar en la contrariedad.
No hay rezo solo flotar 
silbando es la media noche en el horizonte.