A. Martinez

Juego con tu nombre.

 

Sólo te espero,
como si no supiera
tu nombre,
y no estuviera
a medio camino
de tu abrazo,
como si nada
hubiera acontecido,
en éste ir y venir
entre corrientes,
y el tiempo,
díscolo peatón
imaginario,
hubiera desnudado
su imperturbable
carisma,
para dejarnos,
un mensaje
extemporáneo
de perpetuidad,
más saludable
que la muerte,
más astuta
que la vida,
legándonos,
una continuidad
imperturbable,
que nace siempre
en el mismo lugar
donde la iniciamos,
y sigue
sin cansarse,
clara y madura,
sin teorías
que explicar,
ni oficios que aprender;
pero sucede,
que sí conozco
las directrices
de tu nombre,
y las callo
humildemente,
para que vuelvan
a sorprenderme
cuando llegues.


Eduardo A. Bello Martínez

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