Luis Torres Veloso

¡pues mira, yo también acuso!

¡pues mira, yo también acuso!

 

de acallar esa voz perenne del poeta muerto,

antes odiado por ser sensible frente a lo amable

y denunciante de la barbarie del mundo hostil

en un sinfín de saetas de voces y versos,

apagando fuegos a base de cristalinas lágrimas,

sufriendo más las torturas ajenas que las propias

ensalzando las memorias y picardías entre guiños,

disparando palabras desde las tensas vísceras

al ritmo del pulso descontrolado del cuello.

 

De volver la mira(da) hacia el nuevo poeta

con hambre de pan y saciado de ternura,

clandestino delator de burbujeantes amores,

eufórico tejedor de abstraídas estrofas;

pero, ahí os duele, acusador de repetidas infamias,

sagaz baluarte del diáfano verbo fiscalizador,

ponderado e ignorado defensor de voces sin voz.

 

De querer al segundo pidiendo asilo al primero.