Matias 01

ENCARCELADO

Largas son las noches, espinosas las tardes

con el aire como una voz

castigando los oídos

para ahuyentar todo el valor

de cordero que aun sobrevive;

Todo el mundo es un mar en que me pierdo

sin encontrar un sitio

donde reunir mis partes,

la gente pasa y vuelve

con sus sombras, algunos con su corazón

en la mano

y otros con una piedra entre los ojos;

No puede ser que seamos islas

en medio de inmensas lágrimas,

navegando en el mar del olvido;

¡Debería ser feliz, yo que amaba mi soledad

y mi tristeza!

¡Yo que amaba el silencio!

Pero esto es demasiado.

 

La ciudad es una urbe gris

donde la dicha es una flor martirizada

por la garua que forma un río

en los ojos de nuestras vidas;

El tiempo es un cuervo que se desliza

bajo nuestro cuerpo

escondiendo su ceniza

con el que ha de cubrir el final de nuestro camino;

Las  calles son como callejones sin salida

cada uno con su nido de pájaro

como fieles vecinos

de nuestro reposo.

Aquí se me caen los recuerdos,

me pesan los pies

y el viento se aleja con todas las voces

que arranca de mi pecho enmohecido

por la ternura de mármol;

Todo es un mar amansado que crece

sobre los sueños cubiertos de extravío,

 

Aquí nadie se preocupa por oír,

las voces son aguijones que se hacen uno

en los oídos llenos de caparazones,

los sermones taladran más en las sienes 

de las estatuas

que en las gentes de buena voluntad;

Siempre pregunto con mi coraje dócil

¿Es que alguien oye por aquí?

¿Es que alguien sangra por aquí?

Y acaso estoy en un sueño que se hace pesadilla;

Los edificios de mármoles,

los departamentos a la medida,

las flores, los jardines,

las mariposas que no alegran,

todo en una paz que estremece;

Solo silban los aires,

toca la puerta el viento en su regreso

y entra por la ventana

al no abrirle nadie

y deja por cualquier lado algún recado

de alguien que nos recuerda;

 

En la noche la luna es un gran ojo

que nos censa la memoria.