Lourdes Aguilar

TREINTA PESOS

Sólo unas monedas, señor

por éste pedazo de hilos alegres

sin marca ni fama

tejidos con la resignada impotencia

de mi estirpe humillada

 

Son treinta pesos, señor

los que valen una jornada

sin caricias de madre

ni consejos de padre

 

Son treinta pesos, señor

los que engañarán el hambre

de una desvalida familia

cuyo patrimonio es la calle

 

No me empuje si le insisto, señor

son treinta pesos por librarse

de mi infancia carente de educación

de disciplina y modales

 

Son sólo unas cuantas monedas

para oír tintinear en mis manos

que desconocen juguetes

y prolongarán su miseria

 

Son treinta los suspiros inaudibles

perrdidos en la ciudad impasible

ajena a mi niñez ultrajada

a mi jacal incendiado

a mi heredad usurpada

 

Sus treinta pesos, señor

encierran un futuro enigma

la oruga que emergerá mariposa

o el carroñero gusano cebándose

en puños sobre el putrefacto cadáver

treinta, treinta pesos y me callo, señor